NOTA:

Quizás debido a que algunos posts tienen demasiados comentarios, éstos no terminan de cargarse. Si ven que a final de los comentarios hay un link que dice "Cargándose", hagan click en ese link. Si no lo hacen, pues ahí se queda. Notificar problemas.
LEER ESTO RESPECTO A LOS COMENTARIOS NO PUBLICADOS / RESPONDIDOS DESDE 2018.

lunes, enero 29, 2007

Armando: Capitulo I

Estoy manteniendo un (al menos para mí) importante intercambio en el Grupo Yahoo! "Encuentro en torno a Krishnamurti"

Hace algún tiempo había prometido escribir sobre Armando Clavier, y creo que finalmente llegó la hora de hacer algo que nunca hice antes, primero por la prohibición que Armando mantuvo en vida sobre la revelación de ciertas cosas, y luego porque esperé a estar energéticamente a la altura de esta tarea.
Ciertamente, algunas cosas no serán reveladas, pero creo que lo que queda igualmente será interesante para muchos.

Esta es la primera entrega, como parte de una contestación a Ginés del Castillo, un integrante del grupo quien fue el que me pidió que escribiera sobre esto.





Hola amigos,
me dio mucha gracia lo de "las musas inspiradoras" del mensaje de Ginés, y en realidad, no sabía que esto había despertado tal interés - lo cual me alegra mucho, ciertamente. Ando mejor energéticamente, así que he decidido comenzar a escribir sobre el asunto, sin dar más vueltas ni esperar que entren por las ventanas las musas - aunque sería re divertido, je je...

Yo no me cuestionaría tanto de dónde surge el interés de conocer los detalles de la vida de seres como Krishnamurti y, por extensión, de personas como Armando u otros que han estado relacionados con todo esto. Para mí ese interés es algo natural; no creo que surja de los niveles condicionados del cerebro. ¿Acaso no dijo K que caminaría cualquier distancia para oír un discurso del Buddha, que no habría nada que se lo podría impedir y que luego nunca más se separaría de él?
Creo que la fascinación por estas cosas es el mismo que tendríamos si nos dijeran que a 1000 km se halla una cueva inexplorada que parece estar llena de formaciones maravillosas nunca vistas antes, o si nos dijeran que hay un telescopio por donde podemos ver un espectáculo único que no se repetirá por miles de años.
La curiosidad que nos despierta la Naturaleza - y los iluminados son parte de la Naturaleza - es muy diferente de la estúpida curiosidad de los fans: revela que existe en nosotros un interés profundo por el Misterio que actúa a través de ellos.
Y efectivamente, es en los detalles mínimos de la vida cotidiana de personas como Krishnamurti y el Buddha donde podemos descubrir en acción aquello que sus palabras sólo indican.
Probablemente, aquello también puede ser descubierto en la vida de Armando y su familia...
================================
Antes de comenzar a hablar de Armando, permítanme aclarar algunas cosas de mí mismo ya que sin eso muchas cosas no se entenderían.
Desde muy pequeño fui consciente de que había unos estados de felicidad que eran muy diferentes a otros estados emocionales, lo que me convirtió prontamente en un buscador de esos estados. A los 7 años yo ya tenía mis propias "teorías" al respecto: pensaba que esos estados tenían que ver con la mente de los niños, ya que los adultos que me rodeaban parecían desconocerlos y me parecía que mi hermana los compartía. Además, me era claro que no era controlable, que no dependía de mi voluntad ni de las circunstancias, si bien el estar en el jardín o en la Naturaleza era muy propicio para que sucediera.
Entre los 11 y 15 años encontré textos de yoga que me hicieron "redescubrir" (fue la sensación) todo lo relacionado con un mundo misterioso que sin embargo ya conocía de alguna manera: la India y el esoterismo. A los 19 años, durante un viaje por Sudamérica, en Ecuador, conocí unas prácticas respiratorias energéticas. Más tarde, aprendería una clase de relajación profunda muy especial. La práctica de estas cosas, junto con las asanas normales, el Tai Chi y la lectura de Krishnamurti, produjo en mí una explosión de experiencias paranormales hacia 1977, ya en Buenos Aires: despegues astrales, premoniciones instantáneas, percepción expandida, y - notablemente - el retorno de aquellos estados de felicidad de la infancia, que en ese momento llamé "alta energía" o "la onda", cuando esta palabra se utilizaba solamente en ciertos ambientes hippie-rockeros con el sentido actual.
Hacia fines de ese año yo tenía un lugar donde enseñaba a unos amigos el yoga fuerte que me había producido todos esos cambios: "La Probeta", un lugar que se convirtió en uno de los pocos refugios de los jóvenes undergrounds que vagaban por las desiertas calles de aquellas épocas. En particular, había un chico llamado Alcides Amor con el cual compartíamos mucho todo eso.

Un día supimos que se había publicado el "Diario de Krishnamurti". Como era caro, pagamos mitad y mitad y fuimos a "La Probeta" a leerlo.
Nosotros considerábamos a K como un filósofo "que batía la justa" pero nada más. Una especie de revolucionario superfilósofo antigurú, pero no lo asociábamos para nada con el mundo místico que él parecía desvalorizar tanto. En medio de la lectura comprendimos que lo que nosotros llamábamos "la onda" tenía otros nombres por parte de K ("lo otro", "la presencia") y que en realidad, no tenía ninguno. Estábamos leyendo cuando esa gran energía se hizo presente en la habitación, y estaría con nosotros durante unas 5 horas mientras caminábamos por toda Buenos Aires hasta terminar en la Fundación Krishnamurti de la calle Cerrito viendo un video de K, donde la experiencia fue diluyéndose poco a poco. El descubrimiento que en el centro mismo de la enseñanza de K existía algo como aquello, cambió por completo nuestra visión de la enseñanza y de la persona de Krishnamurti.

Fue en este contexto que conocí a Armando.

Un día entramos a la Fundación con Jorge Santkovsky, uno de los amigos de "La Probeta". Al entrar, ví de espaldas a un chico de mi edad, mirando un video. En uno de esos ataques de visión premonitoria comunes en esos días, le dije de pronto: "Ese chico será amigo nuestro"... nunca lo había visto antes, incluso no había visto su cara.
Y así fue.
Nos acercamos y comenzó nuestra amistad con Abel Cortese, que sigue hasta hoy día.
Abel ya conocía a Armando, y les habló de nosotros. Prontamente, todos estábamos interesados en conocernos mutuamente.

Continuará... ;)


4 comentarios:

  1. Hola Marcial, este es el lugar adecuado para el pedido, que hice en otro de tus sitios, no lo repetiré, pero al menos encontré el lugar adecuado, ahora solo espero el capitulo 2 abrazo

    ResponderBorrar
  2. Ja! Ya te contesté en otra parte... para los que entren por esta puerta, aquí va el link:

    http://galaxio.blogspot.com/2007/12/vida-y-muerte-de-krishnamurti.html

    Gracias por tu interés, Gustavo.
    Nos conocemos?

    Abrazos

    ResponderBorrar
  3. Tu cara me resulta conocida,pero no puedo ubicarte de donde. Lo triste (ya lo digo)fueron perderme los finales de los 70y eso que andaba seguido por Kier(te lo deboraste Macaya) que cerca andaba(se ve que solo en lo espacial ja!!) más cuando estés por Buenos Aires, invito un feca abrazo

    ResponderBorrar
  4. Leí primero (ya hace unas semanas) en enlace que deja acá Galaxio y hoy la entrada que está aquí más arriba.
    Leyendo esta entrada bajó mi ansiedad y vuelvo a tener el pecho tranquilo.

    ¡Un saludo!

    ResponderBorrar