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lunes, diciembre 24, 2018

Llevar la luz de los árboles a los laberintos interiores


Considera la posibilidad de que el pensamiento pueda disfrazarse de "investigador de sí mismo" y por lo tanto de "percepción". Es una trampa muy común.

Es más fácil, más puro digamos, cuando uno va desde lo exterior a lo interior, y no al revés.

Con esto quiero decir: cuando uno está centrado en la observación de su propia mente (o en el análisis, peor aún) entonces puede volverse insensible a la belleza, puede neurotizarse.
Por otra parte, cuando uno está en contacto con la naturaleza, con los ojos y el pecho llenos del cielo, de las aguas, los árboles, los vientos... entonces con esa mente altamente sensible puede entrar al bosque de los propios mecanismos mentales muy de otra manera, entra inocente, ajeno a lo que es "mío" y "ajeno", mira todos los sucesos de la mente como si estuviera en un paisaje impersonal como los bosques por donde está paseando.

Es como llevar la luz de los árboles para que ilumine los laberintos interiores.

Pero focalizarse en los laberintos oscuros... sólo añade más recovecos estériles a esos mismos laberintos, que luego se proyectan al exterior.

Lastimosamente, luego lleva lo estéril, la oscuridad a los bosques, entonces uno camina como un ciego pensativo entre los árboles.

Parte de una conversación