sábado, marzo 16, 2013

Una casita feliz


No recuerdo haber visto algo tan cálido como la vivienda de esta pareja de maestros que habitan en el Valley School. 

Nos invitaron a ver su jardín, pero en verdad, el espectáculo eran ellos mismos, y su casa.

Indios a más no poder, sin embargo el jardín podria haber sido cualquiera de Paraguay... sobre todo en la zona donde nací, Villarrica, por su suelo rojo, sus mangos, la desaforada fertilidad y alegría de esa tierra.

Se notaba que las plantas eran muy cuidadas, atendidas con esmero, y sin embargo, no tenían el aspecto frío de los jardines japoneses... más bien parecía un pedazo de jungla salvaje que se había dignado a llegar hasta una casa de humanos, y que hacía cruzar por su patio a elefantes, ciervos, panteras, y desde luego los maravillosos monos.

Luego de recorrer ese jardín encantado, entramos a la casa, casi tapada por enredaderas y demás.

Lo primero que llama la atención en las casas de la India es su relativo vacío, comparado con las casas occidentales. Su gusto por las alfombras, su colorido, sus objetos de materiales vegetales desconocidos, el perfume de las enredaderas entrando desde las paredes y desde el bosque, mezclándose con los olores de los inciensos que provenían de... sus altarcitos.

Casi cada pared tenía un altarcito folklórico (y eso que estamos en un Centro Krishnamurti!!!) en repisas de unos 30-40 cm de largo, y 10 de ancho.
Aquí una estatuita del Buddha con flores y una velita, allá una imagen de Krishna tocando la flauta, con más velitas y flores. En el jardín había uno de Ganesh, en la cocina había cuadros de imágenes del Maha Bharata, etc.

La combinación de todo eso causaba luz. Era una casita feliz. Todo perfecto, bello, simple, inocente.

Hablando de inocencia, la dueña de casa nos comenta, en un momento:

- Mi marido filmó elefantes pasando por el patio, en su migración anual.

- Oh!!!!

- Vengan, vengan, les mostraré el video...

Nos mudamos de pieza, nos sentamos, y puso la computadora, y todos esperábamos ver la increíble aventura del marido filmando la gran columna de elefantes a riesgo de su vida... y lo que puso fueron dos segundos de video de dos elefantes adultos y uno chiquito cruzando un sendero, a 100 metros de distancia.

Dos segundos de video... jajajajaja... no podíamos parar de reír.

En este mundo, encontrar casitas felices no es ninguna boludez.

Esto es la verdadera revolución:
humanos felices, que viven en armonía con todos los demás seres.

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