miércoles, marzo 05, 2014

Ver es renovación, repetir es destrucción

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Parte de una conversación acerca de los grupos de discusión de las enseñanzas de Krishnamurti


Alejandro, increíblemente, se puede hablar con aquello.
Por ej, hacia 1979 le "pedí" que quería ir a ver a K, y me "dijo" que no lo vería.
Recordarás la anécdota de K hablando en una casa, apareció aquello y dijo si creían que él debía postrarse ante ello. Luego de un rato de silencio, dijo que sí, y se fue a su habitación (seguramente a postrarse)
Es decir, es algo vivo, una inteligencia inimaginable, algo que no podemos ni siquiera entrever.
El ver causa una profunda transformación en lo temporal.
Personalmente, siempre le digo "gracias" cuando viene. Le he pedido, además, otras cosas, como ser, salir de ciertos estados muy malos (de los que luego salí), pero nunca le pedí "ver" más profundamente o indagar en su naturaleza o cosas así... eso siento que depende de cada cual, que no debe de hacerse.

Hay un tema que hablar aquí respecto a las vivencias y algo que noto en muchos, y que es confundir lo que uno vive con lo que uno piensa.

Las charlas o comentarios donde se dicen rápidamente cosas ingeniosas ocultan un gran peligro, y es que confunden sobre lo que uno ve por sí mismo y lo que ha leído.

El ver causa una profunda transformación en lo temporal.

El ver directamente es un evento más bien raro, y causa un impacto muy grande en nuestras vidas.
Por eso, hay que desconfiar de las verdades expuestas "a lo Tolle", esto es, una detrás de otras y que nos puede hacer creer que estamos descubriendo. La mente egocéntrica es muy astuta y tramposa en la búsqueda de su supervivencia. Y lo mismo pasa en las reuniones donde se producen "comprensiones" a raudales, como si fueran fruta fresca. Realmente, las comprensiones menores abundan, pero las comprensiones mayores ocurren muy, muy raras veces, y siempre cambian definitivamente el curso de nuestras vidas.
Cuando uno habla de las cosas vividas, vistas por uno mismo, las palabras tienen otra fuerza y atraen energías.

Sólo habría que hablar sobre lo que uno ha visto, de lo que uno ha vivido por sí mismo. Si digo, por ej.
"el ego es producto del pensamiento, por eso, cuando la memoria es vista en su totalidad, hay libertad"
... entonces hay dos posibilidades:
  1. estoy recitando de memoria
  2. estoy viendo esa realidad (lo que, en el ejemplo anterior, me convertiría en nada más ni nada menos que un buddha)
La recitación produce, a su vez, dos efectos interesantes:
  1. para una persona que jamás leyó a K las repeticiones de las frases dichas por otro le pueden servir, tal como le sirvió a Jim Carrey el trocito de K perdido entre las imbecilidades de un libraco de Eckhart Tolle. 
  2. Pero respecto al autor de la frase, aquel que cree que está viviendo lo que dice, este hecho lo va hundiendo en la confusión, irremediablemente.
Cuando uno habla de las cosas vividas, vistas por uno mismo, las palabras tienen otra fuerza y atraen energías. La intensidad vino a la mesa cuando hablaba de lo que pasó con Armando, y eso, para mí, es una confirmación de la verdad y lo sagrado que hubo allí.

Y así deberíamos hablar siempre.

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