sábado, junio 23, 2007

El Buddha sobre aquello que da felicidad a todos los seres


Hace unos días, llegando a mi casa, sentí la presencia de algo maravilloso entre la luz de la luna y los aguaribays del patio. El Misterio estaba por todas partes. Era profundo, profundísimo, vastísimo, y cuando uno se internaba entre las sombras de luna de estos árboles sagrados, parecía que se podía escudriñar en esos abismos de felicidad sin fin...

Se pronto surgió en mí el pensamiento de que tenía que avisarle de esto a Cecilia (que está a 1000 km de aquí)
Así que le mandé un mensajito: "Espero lo sientas en el jardín."
Ella se hallaba manejando, cantando, feliz. Pero no se había dado cuenta hasta que recibió el llamado. Entonces lo percibió, y siguió manejando hasta la casa de sus amigos. Allí observó que nadie más lo percibía conscientemente.
Esa profunda felicidad estaba allí para todos, en medio de la fiesta, pero nadie más que ella lo sabía... ¿cómo explicar esto a los demás?

Esta bienaventuranza es para todos, se derrama con generosidad sobre la Tierra, los pájaros, los árboles, las montañas... y a todos da felicidad, claridad, inmensidad.

En verdad, los seres humanos se mueren de sed en medio de un lago de aguas puras.
Y se mueren de sed porque buscan amor en los deseos, buscan sabiduría en el pensamiento, y buscan salud en los venenos.

Estas son algunas de las palabras más bellas del Buddha, hablando sobre este Misterio:


"Hay, monjes,
algo no nacido, no originado, no creado, no constituido.

Si no hubiese, monjes,
ese algo no nacido, no originado, no creado, no constituido,

no cabría librarse
de todo lo nacido, creado, originado, constituido.

Pero como sí existe
ese algo no nacido, no originado, no creado, no constituido,

entonces sí cabe librarse
de todo lo nacido, originado, creado y constituido."


"Hay, monjes,
algo sin tierra, ni agua, ni fuego, ni aire;

sin espacio ilimitado, sin conciencia ilimitada, sin nada;
sin estado ni de percepción ni de ausencia de percepción.

Algo sin este mundo ni otro mundo,
sin luna ni sol.

A esto, monjes,
yo no lo llamo ni ir, ni venir,

ni estar, ni nacer, ni morir;
no tiene fundamento, duración ni condición.

Esto es el fin del sufrimiento"



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