jueves, febrero 01, 2007

Armando: Capitulo II - El encuentro

Ahora bien, ¿Por qué una descripción de Armando comienza con la - extraña - descripción de quien lo describe?
Pues por la necesidad de dejar en claro que Armando vivía en dos dimensiones: una, la realidad densa, concreta, cotidiana para casi todas las personas del mundo, y también en otra realidad sutil, paralela e interactiva con la realidad concreta.
Y también para dejar en claro que alguien que no vivía esta segunda realidad de la Vida no tenía la menor posibilidad de comprender a Armando. Ni lejanamente. Esto se aplica a todos los que viven en esas dos dimensiones: no pueden ser comprendidos por las personas "normales"
Y sucedía que por aquellos días, yo andaba inmerso en esa segunda realidad del Universo más que en la realidad "concreta", "normal", (que en verdad es mucho menos concreta y normal que la realidad sutil, pero esto es otro tema...)

El campo sutil no es nada simple a su vez; en aquellos años yo sólo distinguía dos estados: el estado normal y otro extraordinario, tal como en mi niñez. Luego del "Diario" de K distinguí más cosas de ese campo; por ejemplo, "la presencia" no era el estado de vacío, ni el estado de vacío era el estado de intensidad energética, etc.
Para alguien recién llegado a ese terreno todo eso puede sentirse parecido; sólo con sucesivas vivencias la mente va ahondando en cada una de ellas y va percibiendo las diferencias.
Es un mundo con sus propias leyes, y estas leyes, en muchas ocasiones, chocan frontalmente con la lógica.

Y aquí tocamos la segunda característica de Armando: su cerebro concreto, el de los pensamientos, era sumamente lógico.
Así que para acompañar a Armando uno tenía que tener una sensibilidad muy aguda y un pensar racional.
Todas las personas que conocí que se llevaron una mala impresión de Armando fallaban en una de estas dos cosas: o no percibían bien la realidad sutil o no pensaban con toda la lógica. Cuando estas dos cosas andaban bien, uno podía enojarse con Armando solamente por cuestiones personales, nimias, nada importantes: lo esencial estaba a resguardo y uno podía percibir lo extraordinario de su persona y su papel dentro de la enseñanza.
Debo aclarar aquí que en lo estrictamente personal Armando tenía una personalidad sumamente complicada, y era definitivamente fácil perder la paciencia con él o - más fácil aún - que él pierda la paciencia con los demás. Era absolutamente intransigente con lo que consideraba equivocado y ante eso, atropellaba como un tren de carga. Esto le traería no pocos problemas a lo largo de los años, y uno realmente tiende a compadecer a quienes no tuvieron el tiempo, la capacidad o la paciencia de descubrirlo en su totalidad. Armando era mucho más que su mal genio. Era un buen Genio...;)

Así que cuando ambos nos conocimos teníamos en común esas dos cosas: sensibilidad a las energías sutiles y gusto por el pensar lógico. Pero en nuestro encuentro lo determinante fue una rara y fugaz experiencia paranormal, que nunca se me volvió a repetir, y del cual no he escuchado tampoco.

Nos conocimos en la Fundación Krishnamurti Hispanoamericana de la calle Cerrito, en Buenos Aires, en algún momento del verano de 1977-78, en la sala de proyección de videos.
Cuando entramos con Abel y Jorge, Armando y Claudio se hallaban a unos 4 metros de nosotros, sentados en la pared opuesta. Nos sentamos en el suelo y Abel me lo señaló mientras él miraba el video. Pude observar las características de su rostro, que me llamaron la atención de la misma manera - imagino - que le llamaron la atención a Ginés. Era un rostro interesante, de actor, pero más allá de eso, *interesante* en algún otro sentido.
En su época de mayor actividad teatral y televisiva, Armando era detenido por las calles por sus admiradores, como cualquier otro actor famoso de nuestros días.
Usaba anteojos gruesos, de color verde oscuro. En un momento dado, en medio del video (aún no nos habían presentado, ni hablado, ni nada) Armando giró su cabeza y nuestras miradas se encontraron por primera vez.

Lo que sucedió a continuación sigue siendo muy difícil de explicar para mí.
Hubo un contacto FISICO de nuestras miradas. Exactamente como si el aire que se hallaba entre nuestros ojos, en un tubo recto de unos 4 metros y 10 cm. de ancho, oscilara vivamente, se moviera, ondulara como una serpiente. Espero que se entienda bien: EL AIRE o algo muy parecido al aire, osciló intensamente por una fracción de segundo con tal intensidad que tuve que apartar la mirada por la incomodidad física que mis ojos sufrieron; esa ondulación me causó la misma impresión que si dos dedos de aire de un ser invisible se me hubieran metido en los ojos. Visto a través de ese "tubo", la cara de Armando se deformó fugazmente tal como cuando uno mira a través del aire caliente que sube de la tierra en un día caluroso.
No vi qué hizo Armando ante ese brevísimo y silencioso evento que pasó inadvertido para todos, pero yo quedé shockeado.
Cuando terminó el video, Armando y Claudio se levantaron de sus asientos y vinieron a sentarse en el suelo con nosotros. Abel nos presentó, y lo primero que le pregunté a Armando fue:
- ¿Armando, sentiste lo que pasó...?
- Sí, sí - dijo interrumpiéndome, y desvió la conversación y no volvimos a hablar del asunto nunca más.

Esta primera anécdota ilustraría a la perfección una característica que tendría nuestra relación durante los siguientes 26 años: una sucesión de eventos paranormales grandes y chicos de los cuales Armando sólo querría hablar en raras ocasiones mientras que yo trataba de hacerlo con desesperación, ya que me interesaban profundamente esas cosas.

En todo caso, lo siguiente que pude observar de Armando fue la intensidad de su campo energético. Sentado en un grupo, Armando se convertía sí o sí en un centro de gravedad, y esto aún cuando se mantuviera callado (cosa rara...)
Tenía una voz grave, profunda. Le gustaba cantar ópera, y lo hacía muy bien. En los años 40 - creo - incluso dio recitales de poesía sobre la obra "Melpómene" de Arturo Capdevila. Hasta el final de sus días, Armando conocía de memoria esa larga obra. Yo le solía tomar exámenes de Melpómene, ya que había conseguido un libro para regalarle a mi entonces mujer (nieta de Arturo): no se equivocaba en una sola palabra, y su recitado era hipnotizante.
Arturo mismo fue un día a conocer a Armando, cuando se enteró que su obra estaba siendo recitada por un actor. Se conocieron y Arturo lo invitó a su casa, donde Armando conoció a varias personalidades de la intelectualidad de aquella época.
Capdevila fue uno de los personajes que trabajaron para traer a Krishnamurti a la Argentina en el año 1935.

Es curioso pensar que Krishnamurti y Armando estuvieron en la misma ciudad al mismo tiempo y no se conocieron. Cuando K estuvo aquí, Armando estaba firmemente arraigado en el marxismo y ni siquiera sabía de quién se trataba él.
Nunca lo conocería, y desechó varias invitaciones para visitar a K con gastos pagos por las Fundaciones. Pero este sí que es otro tema.

Quizás todo este conjunto de cosas - capacidades actorales, fuerte personalidad, voz poderosa, mente clara - hacían que Armando tuviera un gran magnetismo personal. Era imposible que pasara de largo en cualquier reunión por sólo esos motivos, pero era mucho más difícil ver que detrás de esas cualidades obvias, "concretas", había otra clase de energía que fluía a través de él.

Gracias al cielo, yo me percaté inmediatamente de esta otra particularidad, me interesó intensamente y decidí mantener el contacto con él.
Quiero hacer notar que si yo no hubiera captado esto último en su persona, no hubiera hecho nada, absolutamente, para seguir viéndolo. Para mí lo energético era fundamental - y sigue siéndolo.
Yo ya había estado cerca de personas famosas y distinguía claramente entre el efecto energético de los famosos y esa otra energía que rodeaba a Armando, provenientes del contacto con otras dimensiones de la Vida.
En realidad, más que su mente lógica y el hecho de que él fuera el traductor de K, fueron el evento de la primer mirada y su campo energético los que me decidieron a organizar reuniones en "La Probeta" para que Armando comenzara a venir; con toda seguridad una de las decisiones más buenas que tomé en toda mi vida.


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